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Misión en Bánica: Dos años de encuentro con la pobreza y el amor

Misión en Bánica

Se cumplieron dos años de la fundación de la casa en Bánica, y para conmemorar el hito histórico de nuestra Congregación, la hermana Patricia Acuña, que estuvo allí desde el inicio de la obra en República Dominicana, nos deja estas palabras:

Hoy celebro con gratitud y admiración los dos años de mi misión en Bánica en República Dominicana, en la frontera con Haití. Ha sido un tiempo de encuentro profundo y desafiante con los pobres más pobres, que cada día me ha llamado a una mayor entrega y amor.
En este camino, he tenido la oportunidad de conocer y compartir con personas que viven en condiciones de extrema pobreza y vulnerabilidad. Su realidad es dura y difícil, pero también es una escuela de vida y de fe. Cada día, me esfuerzo por escuchar sus historias, por ver su dignidad y por encontrar formas de servir y acompañarlos en su camino. Pero este encuentro con la pobreza, no es fácil. Es un desafío diario. Me llama a cuestionar mis prioridades y mis valores y a dejar atrás mi comodidad y mi seguridad. Me invita a ser más pobre, a ser más simple, a ser más solidaria.

Pero sé que no estoy sola en este camino. Me siento sostenida por la oración y el amor a Jesús, que me guía y me fortalece cada día. Me siento acompañada por la comunidad de Hermanas y por la Iglesia, que me apoyan y me animan en esta misión. Y en este camino, he encontrado una gran alegría. Me siento feliz de poder ser un poquito pobre con los pobres, de poder compartir mi vida, los recursos y dones con aquellos que lo necesitan. Me siento feliz de poder amar como lo hizo nuestra Madre Camila, especialmente a los niños. Ella nos enseñó que el amor es la clave para transformar la vida de los demás; que el amor no es solo un sentimiento, sino una opción y un compromiso. Y en estos dos años, he tratado de seguir su ejemplo, de amar a los pobres y a los necesitados con todo mi corazón.

En este camino, he visto la belleza de la pobreza evangélica. He visto cómo la simplicidad y la humildad pueden ser una fuente de libertad y de alegría. He visto cómo el amor y la solidaridad pueden transformar la vida de las personas y de las comunidades. A medida que miro hacia adelante, veo un futuro lleno de desafíos y de oportunidades.

Veo un futuro en el que puedo seguir siendo un instrumento de amor en las Manos de Dios, para los pobres y los necesitados. Y me siento emocionada de ver lo que Dios tiene reservado para nuestra Congregación en este camino de misión y servicio aquí, en Bánica.

Pido que el amor de Jesús nos siga guiando y fortaleciendo en este camino de entrega y servicio y sea una gran bendición para toda nuestra Familia Josefina.

Yo soy la puerta - Misión en Bánica

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