La formación es para nosotras, una permanente y continua docibilitas de hijas confiadas y abandonadas en las Manos Amorosas del Padre, para dejarnos Configurar con Cristo Pobre, su Hijo amado. Se trata de asimilar los sentimientos de Cristo durante toda la vida hasta llegar a decir: “ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. (Gal. 2, 20).
En este Itinerario formativo, es “Dios Padre el Formador por excelencia”(VC n66). El mismo Jesús, se dejó formar y plasmar según “la forma de vida” querida y propuesta por el Padre (VC n22).
Nuestra formación abarca todos los ámbitos de la vida: toda la persona, corazón, mente y voluntad tiene que estar orientada armónicamente y movida por el objetivo de la formación josefina.