El 28 de enero cumplimos 144 años asilando, acogiendo y amparando.
🙌 Damos gracias a nuestro Padre por todas las bendiciones que nos ha dado a lo largo de los años y por haber inspirado a madre Camila a fundar nuestra familia.
Crónicas del día de la fundación
Nuestra Fundadora, con la oposición de todos, pero con la bendición de su Arzobispo y de su madre, abandonó para siempre la casa paterna para peregrinar por Amor de Dios y se dirigió a la ciudad de Mercedes. Ella misma describe este día:
“El día 28 de enero del año 1880, salí de la casa de mis padres, acompañada de dos señoras ya mayores de edad, que decían se harían Hermanas, y con dos muchachas y once niñas, que componíamos el número de dieciséis. Sin más dinero que $ 500 moneda corriente y sin otro caudal que el de la Divina Providencia, llegamos a la ciudad de Mercedes, donde ya se había dispuesto que daríamos principio.
Habíamos tomado alquilada una casa para el efecto. Así, pues, todas tres y las criaturas preparamos lo poco que llevábamos, pero, en esto no pensábamos sino en que ya principiábamos lo que tanto habíamos deseado. Ya éramos – decíamos – Hermanas de San José, y todo lo esperábamos del Señor.
Ya todo lo pusimos en orden, como para poder guardar y practicar lo que la Regla manda. Al mes entró otra para hacerse Hermana y (por haberse retirado una de las dos señoras) ya éramos tres, tan contentas que nos parecía ser comunidad. El 4 de febrero del mismo año, abrimos la clase. Al mes ya teníamos treinta pupilas y algunas externas…”
La llegada de estas señoritas a la Ciudad de Mercedes, no sólo creó curiosidad, sino que también sacudió a la población, porque las veía pasar de puerta en puerta pidiendo limosna por las niñas. Las pobres madres en dificultades, al saber que Camila recibía a niñas pupilas para educarlas, no se lo hicieron repetir dos veces, sino que tomaron de la mano a sus pequeños y los llevaron corriendo al Asilo. Al mes, el número de asiladas se elevaba a treinta.
Inmediatamente fueron obligadas a alquilar otras tres casas, contiguas a la primera, aunque tan viejas y destartaladas como la primera. Como faltaba espacio, los catres eran de lona, que por la mañana se desmontaban, para que sirvieran de comedores y aulas. No teniendo recursos, Vivían de limosnas, recogidas de puerta en puerta.
Gracias a Dios, la gente de Mercedes era comprensiva y generosa. Casi todas las familias tenían su chacra o granja, que les posibilitada ofrecer sus productos.
Todas oraban al celestial Patrono San José, para que les proporcionara los medios de subsistencia. Y en todo, la mayor responsabilidad recaía sobre la fundadora. Y ella alzaba manos, ojos y corazón con toda confianza y esperanza al celestial Patrono:
«En el pueblo nos miraban con respeto y nos daban sus limosnitas. El primer mes, con las limosnas recogidas, pagamos todo el gasto; y así fue, teniendo que suplicar al Señor constantemente y al Señor San José, nuestro Santísimo Padre, para que no nos dejara de su mano, porque mucho lo temía de mi ruindad. Y a la manera que se iba formalizando, conocía más mi miseria y mi insuficiencia; pero entonces esperaba en el Señor y siempre decía: “¡Dios nuestro Señor lo hará!”
🙏 Les pedimos oraciones para que la Congregación pueda seguir cumpliendo la Voluntad del Padre, viviendo con sencillez y alegría, en confianza y abandono.