Oración para todos los días
Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti, no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas; así como te reconocieron Ana y Simeón queremos reconocerte en el niño que nace en Belén. Prepara tú nuestros corazones para que recibamos con alegría y compromiso el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros, proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida “Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”. No cierres tus oídos a nuestra oración para que meditando el misterio de la encarnación, sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos, al crucificado que ha resucitado. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Presentación del personaje del día
Los pastores representan a los pobres del pueblo de Israel, a aquellos que tenían su corazón puesto en el Señor y que vivían desde las necesidades de cada día que Dios es quien salva. El rey David había sido un pastor, y Yahvé le llamó para ser rey de Israel; los pastores del tiempo de Jesús son los primeros llamados a descubrir al Rey de la Gloria. Este paralelo indica cómo el Reino de Dios se manifiesta en primer lugar y se construye desde los humildes. Escuchemos el relato del evangelio y pensemos si nos identificamos con estos
pastores.
Lectura Bíblica: Lc 2,15-20
Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado». «Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Meditación
El pobre cree y actúa según su fe, puesto que para él la esperanza está en el Señor. Muchas veces nos llenamos de tantas cosas que dejamos de ser pobres y comenzamos a ser ricos en ideas, cosas, poderes… El pobre no da muchas vueltas y se pone rápidamente en camino, a ver según lo que le ha dicho el ángel, y no se queda con su fe, sino que la comparte con los demás.
Hay dos partes importantes de nuestra fe: oír y ver. Necesitamos escuchar el evangelio, creerlo y luego ir corriendo a ver, a vivirlo, a tener la experiencia de abandonarnos en los brazos del Padre. Así, tendremos razones para alabar y glorificar a Dios, de lo contrario, nuestras alabanzas serán vacías, sin una base de la propia vida.
¿Creo con un corazón pobre o estoy lleno de tantas cosas que no me permiten creer en la buena noticia de Jesucristo? ¿Vivo realmente mi fe o está divorciada mi vida de la fe? ¿Mi alabanza a Dios surge de la propia experiencia de la salvación? ¿Me dejo cuestionar mi forma de vivir la fe o estoy aferrado a una fe rígida, dejando pasar de largo al Señor de la Vida?
Oración final
En los más pobres de tu pueblo, Señor,
tú manifiestas la grandeza de tu amor.
Danos un corazón pobre y humilde,
como el de los pastores a quienes tus ángeles
anunciaron el nacimiento de tu Hijo;
para que te podamos reconocer en los más
necesitados de nuestra historia,
y, atendiendo su clamor, imitemos tu amor.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.