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Novena Navidad: Octavo día, 23 de diciembre: Los Reyes Magos en camino

Oración para todos los días
Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti, no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas; así como te reconocieron Ana y Simeón queremos reconocerte en el niño que nace en Belén. Prepara tú nuestros corazones para que recibamos con alegría y compromiso el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros, proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida “Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”. No cierres tus oídos a nuestra oración para que meditando el misterio de la encarnación, sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos, al crucificado que ha resucitado. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Presentación del personaje del día
La tradición cristiana nos ha pintado a los tres reyes magos como aquellos hombres sabios que siguen los signos de los tiempos, una estrella brillante en el cielo, y así encuentran a Jesús en el pesebre. Simbolizan estos reyes paganos que la salvación de Jesús ha llegado para todo el mundo, judíos y no judíos. Melchor, Gaspar y Baltazar le dan como presente al niño aquello que era considerado muy valioso para ellos: oro, incienso y mirra. Escuchemos qué nos dice el relato bíblico sobre estos tres hombres.

Lectura Bíblica: Mt 2,1-12
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel». Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, 8.los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje». Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.

Meditación
Los Magos van en primer lugar a donde los poderosos de Israel, pensando que el niño Jesús había nacido allí, ¿de qué otra forma podía ser si estaban buscando al rey del universo? Pero Dios nos sorprende al elegir otro lugar para dejarse encontrar: Belén de Judá, un pequeño pueblo que era despreciado por todos menos por el profeta. En nuestras vidas, buscamos el poder de Dios en grandes manifestaciones, pero no nos damos cuenta de que Él actúa por medio de los pequeños. Los Magos se pusieron en camino y del palacio llegaron a una casa pobre; allí encontraron a María con el niño.
¿Dónde estás buscando la presencia de Dios en esta Navidad? ¿Te has puesto en camino, como los magos, o sigues instalado en el palacio de la comodidad, de la separación del otro…? ¿Por medio de qué signos de la actualidad te está invitando Jesucristo a seguirle?

Oración final
Ven Espíritu de Dios a mi corazón,
no veas el sucio que pueda haber en él
y ayúdame a limpiarlo;
dame ojos nuevos para poder reconocer tu presencia
allí, donde nadie piensa que puedas estar;
dame pies nuevos para salir de mi palacio
y caminar, como los Magos, hasta tu pequeña casa de Belén.
Te doy gracias, porque cada día haces nueva mi existencia,
y así me haces testigo de tu amor con los hombres.
Que mi oro, mi incienso y mi mirra,
sean mi corazón, mi misericordia y mi acción.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

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